jueves, 9 de enero de 2014

Enseñar a aprender, desaprender a enseñar (Carmen Pellicer)


Empecé a enseñar hace una eternidad en Palma de Mallorca. Con el curso empezado, entré a hacer una sustitución en un instituto de FP. Una tarde, uno de mis alumnos partió una mesa en dos a patadas. Solo recuerdo su cara y el sentimiento de incredulidad que me duró un tiempo muy largo. Yo creía que se apasionarían por las mismas cosas que yo había descubierto, pero el poder de convicción de mi relato no era suficiente, lo que yo creía interesante no les interesaba. Jamás había pensado que el respeto y la autoridad no eran naturales, o que solo excepcionalmente se rompían.
Ni se me hubiera ocurrido pensar que tenía que ganármelos. Daba clase como me la habían dado a mí los que yo consideraba los mejores, pero aquello no funcionó...