A menudo se presenta el
trabajo en equipo entre los alumnos como un recurso, un método más, para
atender la diversidad dentro del aula. Por otra parte, muchos profesores no son
partidarios de hacer trabajar en equipo a sus alumnos, aduciendo que “uno hace
el trabajo y los demás se aprovechan de ello”. Otros se quejan de que, en
realidad, lo que han hecho sus alumnos, más que un trabajo en equipo, es la
yuxtaposición de una serie de pequeños trabajos individuales, tantos como
miembros tiene el equipo... Por eso, acaban diciendo que “no saben trabajar en
equipo” y abandonan –o utilizan muy poco- esta forma de trabajar. Esto sería
más o menos legítimo si el trabajo en equipo fuera sólo un método, una forma
más de organizar el trabajo de los alumnos.
Sin embargo, si
analizamos con atención el currículo escolar veremos que el trabajo en equipo no es sólo un recurso metodológico
para enseñar y aprender los contenidos de las distintas áreas, sino también
algo que los alumnos deben aprender, como un contenido más, y que, por lo
tanto, debe enseñarse de una forma tan sistematizada, al menos, como se enseñan
los demás contenidos.
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